CATAPULTA
Arriesgo una hipótesis sobre el escandaloso anuncio de que Bergoglio irá a Suecia para juntarse con los luteranos y conmemorar los 500 años de la Reforma. No es tan sólo el falso ecumenismo lo que lo impulsa a semejante barrabasada, sino la ambición de recibir el premio Nobel y acceder así al liderazgo mundial, vieja ofuscación suya. Por eso va a Suecia, sede de la fundación Nobel, y no a Alemania, donde empezó la revuelta luterana.
Se trata de un hombre capaz de hacer cualquier cosa con tal de satisfacer su enfermizo ego, sin detenerse ante nada,en este caso el escándalo. No es la primera ni será la última vez.
En definitiva, y en cuanto a la egomanía, Lutero no era muy distinto de Bergoglio. Aquél, en aras de su trastornado “yo”, rompió la unidad de la Iglesia y éste sigue velozmente sus pasos.
De la herejía luterana y de sus cómplices, libera nos Dómine.
Y de Jorge Mario Bergoglio, también.