MIRAD LAS AVES DEL CIELO...
Domingo 14 post Pentecostés: Sermón “A”
(Bogotá, año 2016)
(Introducción)
Queridos hijos: En el Evangelio de este domingo, tenemos la “tan-pero-tan hermosa” parábola de las aves del cielo y los lirios del campo. La encontramos en dos de los evangelistas, en San Mateo (6,24ss), que es el utilizado en la Misa de hoy, y en San Lucas (12,22ss). Queríamos, sencillamente, hacerles algunos comentarios y darles algunas enseñanzas.
(Cuerpo: El texto del Evangelio y algunos comentarios y enseñanzas)
Vayamos entonces escuchando el texto del Evangelio.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: (24) Nadie puede servir a dos señores (Nemo potest duóbus dóminis servire): pues o aborrecerá al uno (aut enim unum odio habébit), y al otro amará (et alterum díliget): o al uno soportará y al otro despreciará (aut unum sustinébit, et alterum contémnet). NON POTESTIS DEO SERVIRE, ET MAMMONAE: No podéis servir a Dios y a la Mamona (a las riquezas).
Tienen, tenemos, que elegir: O Dios o la plata. El que pone su corazón en el dinero, con el tiempo, llega o puede llegar a odiar a Dios, porque intuye en Él como un rival y un enemigo de esa PRESUNTA FELICIDAD que dan las riquezas. Por otro lado, el dinero es una esclavitud: Fíjense, si alguno ha tenido que manejar dinero, si ello no es una verdadera esclavitud: Que los bancos, que los cheques, que la cuenta, que el pago, que llevar el dinero, que los ladrones, que los robos, etc. Evidentemente el dinero es necesario para vivir, ¡pero qué esclavitud! Al revés, el que tiene de verdad su corazón en Dios, llega a despreciar el dinero y las cosas del mundo. Hay que ser un convencido hasta la muerte de estas verdades: Las cosas del mundo realmente no valen nada; las de Dios son las que importan, las de Dios son las que valen1.
(25) Por eso, Yo os digo: No andéis solícitos por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis (Ideo dico vobis, ne sollíciti sitis ánimae vestrae quid manducétis, neque corpori vestro quid induámini). ¿Acaso no es la vida más que la comida; y el cuerpo más que el vestido? (Nonne ánima plus est quam esca: et corpus plus quam vestimentum?).
Aun respecto a estas cosas, que son necesarias, Dios quiere que no nos agobien el corazón. Quien da lo que es “más”: la vida, cómo no nos va a dar lo que es menos: el alimento. Quien da lo que es más: el cuerpo, cómo no nos va a dar lo que es menos: la ropa.
Ahora viene la frase más hermosa: (26 y 27) RESPÍCITE VOLATILIA CAELI: MIRAD LAS AVES DEL CIELO: Ellas no siembran, ni siegan, ni guardan en graneros (quoniam non serunt, neque metunt, neque cóngregant in hórrea): ET PATER VESTER CAELESTIS PASCIT ILLA: y vuestro Padre Celestial las alimenta: ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Nonne vos magis pluris estis illis?). ¿Quién de vosotros a fuerza de discurrir puede agregar un cúbito a su estatura? (Quis autem vestrum cógitans potest adjícere ad staturam suam cúbitum unum?). Si Dios cuida de un animal y no permite que le falte alimento, cómo no va a cuidar de nosotros que somos mucho más que “las aves del cielo”, mucho más que los animales.
(28 y 29) ¿Y por qué andáis solícitos por vuestro vestido? (Et de vestimento quid sollíciti estis?). [Aquí viene otra frase hermosa:] CONSIDERÁTE LILIA AGRI, MIRAD LOS LIRIOS DEL CAMPO, quómodo crescunt, cómo crecen: ellos no trabajan, ni tejen (non labórant, neque nent). Pero Yo os digo (Dico autem vobis), que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. (30) Pues si la hierba del campo (Si autem foenum agri), que hoy es y mañana es arrojada al horno (quod hodie est et cras in clíbanum mittitur), Dios así la viste (Deus sic vestit): ¿cuánto más a vosotros, HOMBRES DE POCA FE? (quánto mágis vóbis, módicae fidei?).
En este versículo, Nuestro Señor llama a las flores como “hierba”, “heno del campo, foenum agri, que será quemado”, para dar énfasis y mostrarnos que si esa poca cosa Él viste, cómo no nos va a vestir a nosotros; y nos punza para excitar más nuestra persuasión: ¡Hombres de poca fe! ¡Y todos somos de poca fe! Cómo nos cuesta creer a Dios y vivir de verdad nuestra Santa Religión Católica.
(31) NOLÍTE ÉRGO SOLLÍCITI ESSE: POR ESO, NO ANDÉIS SOLÍCITOS; (dicéntes: quid manducábimus, aut quid bibémus, aut quo operiémur?) diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos vestiremos? (32) Pues todas estas cosas buscan con afán, “inquírunt”, los paganos (Haec enim omnia gentes inquírunt). SCIT ENIM PATER VESTER, QUIA HIS ÓMNIBUS INDIGÉTIS: Vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Y ahora la frase más importante de todas, que todo católico debería “enmarcar, colgar en su alma”: (33) Por lo tanto: BUSCAD PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA. En latín: QUAÉRITE ERGO PRIMUM REGNUM DEI, ET IUSTITIAM EIUS: ET HAEC OMNIA ADJICIÉNTUR VOBIS.
La palabra que está literalmente en la Vulgata, en latín, es “gentes”, que –ya lo hemos dicho muchas veces- se traduce muchas veces al español como “gentiles”, otras veces por “gentes”, y está referida: O a los que no creen en Dios, los ateos y agnósticos; o a los que no creen en el verdadero Dios: la Santísima Trinidad, podemos decir: los paganos, y así la tradujimos nosotros esta vez; o a los que no viven según Dios pide de ellos, y que también pueden ser llamados paganos. En la parábola serían los que no tienen la Fe, los que no viven según la Fe, los que ponen todo su empeño en estas cosas de este mundo, con “solicitud”, con “afán”, porque no buscan ni esperan el Cielo, y quisieran tener la felicidad en esta tierra.
Con nosotros no debe ser así; ¡esperemos que no sea así! Fuimos creados para Dios y para el Cielo, para estar desprendidos de las cosas de la tierra; entonces, esto debe ser lo primero en la intensio (en el deseo, en el movimiento). La “añadidura” debe buscarse “después”, “en segundo lugar”, no sólo a veces con una posterioridad de tiempo (aunque no necesariamente), sino principalmente con una posterioridad de dignidad: Primero Dios2. Si quiero comida y vestido, los debo querer “en tanto y en cuanto” me sirvan para ir a Dios, y fuera de eso: no. (32) Vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
Veamos algunas objeciones. La primera: “¡Padre, todo esto parece una incitación a la pereza, a no hacer nada!”. Es evidente que no es una incitación a la pereza. No se trata de ser “un fresco”, SINO DE DESECHAR AQUELLA PREOCUPACIÓN (POR LAS COSAS MATERIALES) QUE ES EXCESIVA Y VICIOSA.
Segunda: “Las aves no siembran: ¿acaso no debemos sembrar?”. Nuestro Señor no dijo eso, sino que no se debe tener afán y solicitud. Tampoco dijo que no se debe trabajar, sino que no se debe andar atormentado por estos cuidados. Decía San Agustín (no es literal, es una paráfrasis): Como quiera que esta vida no puede sostenerse sin esas cosas necesarias, por eso Nuestro Señor no dijo “buscad SOLAMENTE el reino de Dios”, sino “buscad PRIMERO el reino de Dios”, y lo otro (“la añadidura”) ha de buscarse, pero después… y sin afán.
Tercera: “¡Padre, a mí esto que dice usted no se me da! Yo no recibo de Dios la añadidura”. Pues bien: ¿Y cómo andan tus asuntos con Dios?, ¿buscas primero el reino de Dios y su justicia?, ¿cómo anda el ser coherente con nuestra Santa Religión Católica; cómo anda tu estado de gracia, tu Confesión, tu Comunión, el hacer esfuerzos para no pecar? Sin estas cosas no podemos decir que “buscamos el reino de Dios”. Y buscar el reino de Dios, es la CONDICIÓN para obtener “la añadidura”.
Cuarta objeción: “¿Quieres que salgamos de tu caso, y que hablemos del mundo en general, que hablemos de los países en general?”. Muy bien: ¿Cómo anda el mundo con relación a Dios? Los países: ¿Buscan primero el reino de Dios? Colombia: ¿Busca primero el reino de Dios?; sus presidentes: ¿buscan el reino de Dios? ¿Cómo andan las leyes de la sociedad, sobre todo las leyes máximas; cómo anda el aborto en la sociedad; la homosexualidad en la sociedad: el matrimonio homosexual, la adopción de niños por homosexuales; la educación sexual en los colegios; cómo anda el no casarse, la unión libre, el concubinato, el vivir con la novia; cómo anda el divorcio; la anticoncepción; las costumbres de la sociedad, las vestimentas de la sociedad; etc, etc? Colombia, Argentina, o cualquier otro país: ¿Buscan el reino de Dios y su justicia; reconocen a la Santísima Trinidad; cumplen con la religión verdadera: el Catolicismo?
La respuesta a todo eso es: NO BUSCAN EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA. Por eso, TODO ESTO NO ES OBJECIÓN, NO VALE COMO TAL. El Padre Castellani decía: El mundo fracasa cada vez más, a medida que él sigue las enseñanzas de Nuestro Señor… cada vez menos 3.
La desgracia es que ni los pobres buscan, en general, el reino de Dios. Tampoco los ricos, menos aun los gobernantes. Sin la búsqueda del reino de Dios: Hambre y desnudez: No habrá añadidura.
Con todo, en esta enseñanza hay un riesgo más en el que no pocos caen (e incluso en él pueden caer los países): Usar o desear a Dios PARA lo material. Usar o desear a Dios para “mis” proyectos. En donde finalmente Dios ya no es “Fin” (como debe ser), sino instrumento, un instrumento para mí; pretendo usar de Dios, aprovechar de Dios para mis cosas. ES PONER Y BUSCAR LA AÑADIDURA ANTES QUE EL REINO, usar a Dios para la añadidura, para mis cosas.
“Este domingo me voy a confesar PARA que Dios me dé ese trabajo que quiero obtener”. “Esta semana no voy a dejar de rezar PARA que me vaya mejor en los negocios”; podríamos dar otros ejemplos. No decimos que no se deba rezar para pedir estas cosas, todas se pueden pedir, pero se debe pedir bien, cada cosa en su lugar: Primero Dios, primero cumplir con Dios, y después lo otro. No me debo confesar PARA que Dios me ayude en los negocios o en mis proyectos: Me debo confesar porque Dios merece eso, porque en pecado me arriesgo a irme para siempre al Infierno, porque me arriesgo a perder para siempre a Dios, y Dios es el verdadero Fin de mi vida, el Fin Último. No debo rezar solamente cuando necesito conseguir un trabajo; se debe rezar siempre, cada día, porque Dios merece ese mínimo tributo de sus criaturas, y ADEMÁS porque así Él tal vez nos ayudará, si es que ello conviene para nuestra alma y nuestra salvación. Y el que sabe es Él. Por otro lado, por motivos que muchas veces no sabremos aquí en la tierra, Dios puede disponer que uno no consiga ciertas cosas de esta vida, y que sigamos con tal o cual problema, motivos absoluta e infinitamente de su sabiduría, y que sólo sabe Él. Porque la añadidura siempre es en función del reino, en función de Él, de nuestra salvación.4
Otra objeción: “Padre, yo tendré mis cosas y soy incoherente con nuestra Religión Católica, pero conozco a tal persona que realmente busca el reino de Dios, es medio santo; y sin embargo... la está pasando bastante mal”. Respondemos con San Agustín: Incluso si llegase a faltarnos algo, lo que a veces Dios permite para probarnos, nuestro propósito de servirlo no se debería debilitar. Bien sabe Dios que necesitamos estas cosas, pero también sabe Él cuándo darlas y cuándo quitarlas, cuándo nos convienen, y también CUÁNTO nos convienen; Dios no ignora a quiénes hay que probar y a quiénes hay que dar y consolar. Él nos gobierna en medio de estos vaivenes para después colocarnos seguros en la estabilidad del Cielo. Tengan en cuenta que las riquezas no están prometidas como premio a la piedad cristiana: El hombre que sinceramente se entrega a la búsqueda del “reino de Dios”, las recibirá, pero sólo en la medida que sean necesarias a su salvación, sólo en la medida que éste las necesite para el reino de Dios.
(Conclusión)
Terminamos, con otra objeción más que nos quedó: “Todo esto que nos dice, padre, es muy lindo, pero es imposible”. Respondemos con San Juan Crisóstomo (es una paráfrasis): No me extraña que penséis que esto es imposible y que no hay quien sea capaz de cumplirlo. Ello es en realidad porque nosotros distamos mucho de ser hombres que así lo hacen: Quien se embriaga cree que no hay quien sea capaz de privarse a veces hasta de agua por mortificación; y en la misma línea, quien desesperadamente se da a buscar lo material, quien se consume con innumerables afanes, no recibirá con facilidad esta doctrina...
Conscientes de que ESTAMOS lejos de la santidad, guardemos al menos el precepto de dejar la demasiada solicitud. Dice Dios: (Isaías 49,15) ¿Puede acaso olvidarse la mujer del niño de su pecho, puede acaso no compadecerse del hijo de sus entrañas? Aún cuando ella pudiera olvidarse, YO NO ME OLVIDARÍA DE TI.
AVE MARÍA PURÍSIMA
Padre Fernando Altamira
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1 Paráfrasis del comentario de Mons. Straubinger.
2 Paráfrasis de San Agustín.
3 Padre Castellani.
4 Buscad primero..., dice la Escritura. No fue dicho buscad a Dios PARA comer, buscad a Dios PARA obtener las cosas materiales: TODA COSA QUE SE BUSCA PARA OTRA, ES INFERIOR A ÉSTA. Pensando y actuando así, rebajamos a Dios, lo hacemos inferior, lo hacemos un puro medio. /// ¿Cómo evitar esto? Buscad primero: Buscando primero a Dios y la salvación, con esa prioridad no de tiempo sino de dignidad: Puedo en alguna oportunidad pedir lo material, pero sabiendo siempre que lo material es “el puro medio” y lo importante es Dios. Y cuando uno se desvíe o tienda a usar a Dios como un PURO medio y no ver en Él mi fin, deberé RECTIFICAR MI VOLUNTAD. ///