Nuestra alma es templo de Dios y por eso
debemos conservarla pura y limpia delante
de Él y de sus ángeles.
debemos conservarla pura y limpia delante
de Él y de sus ángeles.
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El tiempo empleado para la gloria de Dios y
para la salvación de las almas nunca se ha
de deplorar, nunca es malgastado.
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La vanagloria es un enemigo propio de las
almas que se han consagrado al Señor y que
se han dedicado a la vida espiritual.
San Pío de Pietrelcina