jueves, 19 de diciembre de 2013

MILAGROS EUCARÍSTICOS - 18


LÁGRIMAS DIVINAS

Año 1857, Allonville (Francia) 

En el intervalo de la guerra de Crimea y de Italia, cuando se intentaba despojar a la Santa Sede de su poder temporal, vemos a Jesucristo derramar lágrimas como en otro tiempo al acercarse a Jerusalén. 

El digno y celoso Párroco de la iglesia de Allonville, observó por vez primera estas recientes lágrimas derramadas por Jesucristo, el día santo de Pascua del año 1857. 

Después que hubo administrado la sagrada Comunión, vio sobre el corporal en que había puesto el copón, gotas grandes como de agua que permanecían algún tiempo inmobles sobre el sagrado lienzo en el cual poco a poco se embebían. 

Sorprendido ante este hecho tan singular y temiendo engañarse, examinó minuciosamente la sabanilla del altar y el interior del Tabernáculo, para cerciorarse de si había o no alguna humedad, pero todo estaba completamente seco. Solo, pues, necesitaba saber si las gotas procedían del Cáliz pero el mismo hecho que se repitió en los días siguientes y en diferentes circunstancias, no le dejó la menor duda que las gotas no procedían del cáliz, sino del santo copón o de la parte del corporal que había cubierto. 

Estas gotas tenían la forma de grandes lágrimas, aparecían antes o después de la Misa en que se daba la Comunión, y después de dar la bendición con el santo copón en el sitio que se colocaba previamente.

Conmovido el párroco ante tales prodigios, que se sucedieron por espacio de cinco días, sin poderlos explicar por ninguna causa física, se decidió en llamar a varios testigos de los más principales, para que acreditasen con sus firmas la verdad de estos hechos sobrenaturales; presentó luego al señor Obispo de Amiens un corporal totalmente empapado en aquellas milagrosas lágrimas con las recogidas en una botellita, declarándole que no podía contrarrestar el sinnúmero de testigos que iban publicando, por doquiera, tan maravilloso suceso.

Entonces el señor Obispo ordenó se hiciera información jurídica del maravilloso hecho para su más completa confirmación. 

(M. de Raíneville. Memoria sobre las lágrimas 
del santo Copón de Allonville.)
P. Manuel Traval y Roset