sábado, 29 de agosto de 2009

LA CONFESIÓN: EXAMEN DE CONCIENCIA


(Para preparar una confesión general,
de toda la vida o del año) (1)

Es necesario acusar en confesión al menos todos los pecados mortales que se recuerden. Se debe indicar también su especie y su número. Para ello, pedir a Dios la gracia de conocer bien sus faltas, y examinarse atentamente. Para una confesión general (de toda la vida o de varios años), se puede usar el examen detallado que sigue, escribiendo sus pecados según las diferentes épocas de su vida.

ORACIÓN PARA EXAMINARSE BIEN

Santísima virgen María, Madre mía, dignaos obtenerme un verdadero dolor de haber ofendido a Dios, el firme propósito de corregirme, y la gracia de hacer una buena confesión.

MANDAMIENTOS DE LA LAY DE DIOS

Primer Mandamiento:
Amar a Dios sobre todas las cosas.

Olvidarse de Dios. Faltar a sus oraciones, o hacerlas mal. Negar o dudar de alguna verdad de la fe católica. Descuidar su formación religiosa. Ir a actos de culto de sectas falsas o a reuniones de sociedad prohibidas (sectas protestantes, comunismo, masonería, etc.) Leer libros o revistas impíos. Supersticiones, adivinaciones, horóscopos, etc… Desesperar o hablar contra la Providencia. Callar pecados mortales en la confesión. Comulgar en pecado mortal. Faltarle el respeto a la Iglesia y a sus Ministros. No amar a Dios sobre todas las cosas. Avergonzarse de las prácticas de piedad.

Segundo Mandamiento:
No jurar su santo nombre en vano.

Juramentos falsos, inútiles, o malos (jurar vengarse). Imprecaciones (deseos malos) contra sí mismo o contra otros. Maldecir. Blasfemias o palabras irreligiosas. Usar sin respeto el nombre de Dios o de los Santos, o las palabras de la Sagrada Escritura, Faltar a algún voto o promesa hecha a Dios.

Tercer Mandamiento:
Santificar las fiestas.

Faltar a misa en domingo o día de precepto. Llegar a misa con retraso. Distraerse voluntariamente en ella. Profanar el domingo con reuniones o diversiones peligrosas. Trabajar o mandar trabajar, sin necesidad, en trabajos serviles, durante más de 2 ó 3 horas.

Cuarto Mandamiento:
Honrar padre y madre.

Hijos: Desobedecer a los padres. Tratarles con dureza y sin respeto. Causarles pena y disgusto. No asistirles durante su vida y en el momento de su muerte. No rezar por ellos. No tomar en cuenta sus sabios consejos. Tratar mal a sus hermanos, reñir con ellos. Desobedecer a los superiores civiles o religiosos. Juzgarlos y criticarlos injustamente. Fomentar el mal espíritu.
Padres: No hacer rezar en familia. Mal uso de los bienes. Descuidar la educación de sus hijos, catecismo, primera comunión, etc… Mandarlos a escuelas malas. No vigilarlos, corregirlos y castigarlos cuando hace falta. No acostumbrarlos a renunciarse, sacrificarse, vencer sus caprichos. Tratarlos con demasiada aspereza y sin paciencia. Permitirles frecuentaciones, diversiones y películas peligrosas para la fe, la castidad, etc…
Darles mal ejemplo, mentir o discutir en su presencia, etc…

Quinto Mandamiento:
No matar.

Matar, golpear, herir, injuriar. Causar algún daño. Enojarse, desear vengarse, desear el mal. Odio, rencores. Negarse a perdonar. Impaciencia. Dureza para con los pobres y los que sufren. Malos consejos. Escandalizar a otros e inducirlos a pecar con ejemplos, conversaciones, modos de vestir, libros malos, etc… Aborto. (2) Eutanasia. Imprudencias en la carretera.

Sexto y noveno Mandamientos:
No fornicar. No desear la mujer del prójimo.

Detenerse voluntariamente en pensamientos o deseos contrarios a la pureza. Conversaciones deshonestas. Libros, diarios, películas malas, televisión. Miradas culpables. Acciones deshonestas, solo, o con otros. (3) Vestidos indecentes. Familiaridades entre novios. Todo fraude en el uso del matrimonio. Onanismo, preservativos, píldoras, esterilización, etc. Negar injustamente el debido conyugal.

Séptimo y décimo Mandamiento:
No hurtar. No codiciar los bienes ajenos.


Cometer o ayudar a cometer injusticias, fraudes, robos. Causar daño a otro en sus bienes. No restituir. No pagar sus deudas. Engañar en las ventas, contratos, transacciones. Coimas y otras ganancias injustas. Usura. Precios injustos. Juegos por dinero.
Octavo Mandamiento:
No mentir.

Mentiras, juicios temerarios. Hablar mal del prójimo. Sembrar la discordia con chismes. Calumnias. Falsos testimonios. Violar un secreto, leer cartas, etc…

PRECEPTOS DE LA IGLESIA

Primer Precepto:
Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar (ver el tercer Mandamiento de la ley de Dios).
Segundo Precepto:
Confesar por lo menos una vez dentro del año, o si hay peligro de muerte, o si se ha de comulgar.
Tercero Precepto:
Comulgar por Pascua Florida.
Cuarto Precepto:
Ayuno y abstinencia. (4)
Quinto Precepto:
Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

PECADOS CAPITALES
Soberbia:
Pensamientos de vanidad. Desprecio de los demás. Susceptibilidad. Terquedad. Ser esclavo del “que dirán” y de la moda.

Avaricia:
Apego excesivo al dinero o a otras cosas. No hacer limosnas con algo de mi superfluo.

Lujuria:
(Ver sexto y noveno Mandamientos de la Ley de Dios).

Envidia:
Tristeza por el bien de los demás. Alegría por el mal que les ocurre. Sentimientos de envidia, celos.

Gula:
Exceso en el comer y en el beber. Embriaguez.

Ira:
(Ver quinto Mandamiento de la Ley de Dios).

Pereza:
Al levantarse. En el trabajo. En las obligaciones religiosas. Perder el tiempo. Ociosidad.


VIRTUDES QUE DEBEMOS PRACTICAR (5)

(Examen más detallado para confesarse mejor

Fe

Debemos: Creer todo lo que Dios nos ha revelado, y nos enseña por su Iglesia. Amar la Tradición y desconfiar de las no verdades. Estudiar el catecismo y la doctrina cristiana. Lectura espiritual. Hacer frecuentes actos de fe, especialmente al recibir los sacramentos, al rezar, etc… Conformar nuestra conducta a los principios de fe. Profesar con valor nuestra fe y saber defenderla. Ser apóstol. Luchar contra el error.
El pecado: Rechazar alguna verdad revelada. Consentir en dudas contra la fe. Indiferentismo (pensar o decir que todas las religiones son buenas). Vivir todo el día sin Dios. Esconder su fe por cobardía.

Esperanza

Debemos: Pensar con frecuencia en el Cielo y en los bienes eternos. Desearlos ardientemente. Despreciar los bienes y placeres de esta vida. Vivir en un santo temor de ofender a Dios.
Es pecado: Desconfiar de la bondad y providencia de Dios. Pretender que es imposible vivir como verdadero cristiano. No pedir la gracia para ello. Poner toda su confianza en sus propias fuerzas y no en Dios. Presunción (valerse de la misericordia de Dios para pecar). Ponerse en ocasión de pecado.

Caridad.

Debemos: Amar a Dios más que a todo, y al prójimo por amor de Dios. Hacer frecuentes actos de amor de Dios. Vivir en su presencia. Buscar agradarle en todo. Deseo de la perfección. Servirlo con alegría. Procurar que Jesús reine. Examen de conciencia diario. Confesión frecuente. Visita al Santísimo Sacramento. Estimar y honrar a nuestros hermanos. Asistirlos y ayudarlos. Soportar sus defectos. Delicadeza en el trato con los demás. Guardarse de la murmuración. Limosnas. Buscar con celo el bien de las almas.

Es pecado. Indiferencia religiosa y tibieza espiritual. No obrar con intención recta. Hacer las cosas para ser visto de los hombres. Afecto excesivo por las creaturas. Odio al prójimo. Desprecio. Rencores. Juzgar mal a los demás. Hablar mal de ellos. Murmuración. Envidia. Discordias. Riñas. Dar mal ejemplo. Causar escándalo. Aprobar la mala conducta de los amigos.

Prudencia

Debemos: Obrar en todo con prudencia e inteligencia, según lo que conviene para alcanzar nuestra salvación y perfección. Reflexionar antes de actuar. Docilidad para aprender de la experiencia. Docilidad a los consejos del director espiritual, de los superiores, de los amigos. Organización. Prontitud para obrar el bien.

Es pecado: Precipitación. Hacer todo “a la buena de Dios”. Inconstancia. Negligencia. Usar de astucia y pequeños engaños para “salirme con la suya”. Perder el tiempo.
Justicia.

ebemos: Antes de morir que cometer cualquier injusticia. Restituir si es el caso. Hacer pasar el bien común antes que el interés propio. Tener el culto del deber. Amar el trabajo bien hecho. Obedecer a sus superiores y buscar el bien de sus inferiores. Usar sus bienes para la utilidad de todos y no solamente para la propia. Amar y ayudar a la familia y a la patria.
Pecados: (ver los Mandamientos de la Ley de Dios). Prometer mucho y no cumplir nada. No devolver lo prestado.
Avaricia. Llegar siempre tarde al trabajo, a sus citas, ¡a misa! Descuidar sus obligaciones. No pedir perdón por sus faltas o errores.

Religión

Debemos: Entregarnos a Dios con fervor, para cumplir su voluntad. Rezar con atención y perseverancia. Devoción tierna y sólida a la Santísima Virgen, a los Ángeles y a todos los santos. Reparar por los pecados y consolar al Corazón Inmaculado de María. Imitar sus virtudes. Meditación. Rosario solo o en familia. Adorar a Dios y ofrecerle sacrificios. Asistir con frecuencia a la Santa Misa. Santificar el domingo.

Pecados: Falta de contrición en la confesión, de fervor en la comunión y acción de gracias, y de atención en las oraciones. No cumplir sus votos.

Fortaleza

Debemos para salvarnos estar dispuestos a morir o sufrir cualquier cosa antes que pecar gravemente. Sufrir con paciencia. Atacar con valor y audacia los obstáculos puestos al bien. Desear hacer cosas grandes. Preparar nuestra alma para el martirio si Dios se dignara llamarnos a él. Perseverar en el bien toda nuestra vida, a pesar de las dificultades.

Es pecado: Temer más los males temporales que el infierno.
Apartarse del bien por temor o debilidad. Exponerse al peligro con temeridad, confiando demasiado en sus fuerzas. Ambición, vanagloria, jactancia, hipocresía (fingir una virtud que no se tienen). Molicie (huir de todo esfuerzo, y rendirse a la primera dificultad). Pereza. Ocio. Desaliento.

Templanza

Debemos usar de los bienes sensibles según las necesidades de la vida presente. Huir de las cosas torpes, amar la belleza de la virtud. Abstinencia y sobriedad en las comidas. Pequeñas privaciones. Ayunos. Castidad y pudor. Evitar todo contacto sensual. Huir de las ocasiones. Mortificar la imaginación, pensamientos de vanidad, envidias, etc… Mortificar sobre todo la voluntad propia con la obediencia. Reconocer fácilmente sus faltas o errores y pedir perdón. No singularizarse en nada. No buscar el éxito sino el servicio de Dios. Aceptar y amar las humillaciones, que son lo que más nos santifica. Mansedumbre. Modestia. Amor de la pobreza, moderación y simplicidad. Amar el silencio, recogimiento.

Pecados: Gula. Comer fuera de tiempo o con exceso. Hablar demasiado y con bufonería. Lujuria (ver el sexto Mandamiento). Bailes. Miradas malas. Ver y dejar ver programas malos en la televisión. Droga, etc. Insensibilidad y crueldad. Soberbia. Susceptibilidad. Respeto humano y miedo del “qué dirán”. No aceptar ninguna observación. Amor desordenado de la propia libertad e independencia. Curiosidad en cosas malas o inútiles. Exceso en el juego y diversiones. No tomar nada en serio.

Pero no es pecado: pena de muerte contra los criminales. Guerra justa. Santa indignación contra los que pervierten las almas, difunden el error y escandalizan a los inocentes. (¡Tampoco es pecado cortar un árbol o matar un animal!) Para los casados, es bueno y virtuoso tener muchos hijos, educándolos cristianamente.

DEBERES DE ESTADO

Examinarse diligentemente sobre el cumplimiento de sus obligaciones familiares, profesionales, etc… según el propio estado y condición:

-El religioso sobre el cumplimiento de sus votos y reglas, el sacerdote sobre su breviario, misa, predicaciones, catecismos, confesiones, visita a los enfermos, etc…

-Los padres de familia sobre la educación de sus hijos.

-Los esposos sobre su vida doméstica, amor y ayuda mutua en la virtud, obediencia de la mujer a su marido.

-El estudiantes sobre sus estudios, etc…

-El fiel esclavo de María, por su parte, por su parte, no se olvidará de sus obligaciones particulares de amar y servir nuestra Reina y Madre del Cielo.

MODO PRÁCTICO
DE CONFESARSE


Luego de haber realizado el examen de conciencia,
se reza el acto de contrición:

Pésame: Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; pésame por el infierno que merecí y por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.

En España se suele rezar el Señor mio Jesucristo

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas eternas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

Luego de rezado el acto de contrición, hay que acercarse al confesor, arrodillándose ante él, diciendo “Ave María Purísima. Padre, hace… que no me confieso, cumplí (o no) la penitencia que se me impuso en la última confesión y me acuso de...” Si uno no se anima a decirlo todo bien, se puede pedirle al sacerdote que nos ayude.

Al terminar la confesión, se puede añadir, sobre todo si en la confesión uno no se ha acusadote nada grave: “Me acuso. Padre, de todos los pecados de mi vida pasada y en particular de aquellos que cometí contra tal mandamiento… o contra la virtud de… Pido perdón a Dios por ellos, y a vos, Padre, penitencia y absolución”.

Atendamos a lo que nos diga el confesor y a la penitencia que nos impondrá, mientras nos dé la absolución, digamos con todo fervor nuevamente el Acto de Contrición.

DESPUES DE LA CONFESIÓN

Se debe cumplir sin demora con la penitencia impuesta por el sacerdote.
No se debe olvidar agradecer a Dios por la gran gracia del perdón recibido. Sobre todo, no hay que dejarse llevar por los escrúpulos. Si el demonio intenta preocuparnos o confundirnos, no debemos discutir con él. Jesús no ha instituido el Sacramento de la Penitencia para torturarnos, sino para liberarnos.
Lo que nos pide, a cambio de su amor, es una gran lealtad al acusarnos de nuestras faltas (especialmente de las graves) y de la sinceridad al prometer evitar realmente todas las ocasiones de pecado.
Esto es lo que acabamos de hacer. Agradezcamos a Nuestro Señor Jesucristo y a su Santísima Madre: “Ve, y no peques más”.
“Señor, abandono mi pasado a vuestra misericordia, mi presente a vuestro amor, mi futuro a vuestra providencia” (Padre Pío).

Notas

(1)Las personas que acostumbran a confesarse cada semana o muy a menudo, bien pueden hacer el examen más sencillo, recorriendo solamente las faltas en que suelen incurrir de ordinario.

(2) El aborto es castigado por la Iglesia con una excomunión.

(3)Todo lo que sea buscar o admitir el placer sexual fuera del uso lícito del matrimonio, es pecado mortal.

(4) Según la disciplina actual, el ayuno obliga solamente el miércoles de ceniza y el Viernes Santo. La abstinencia obliga todos los viernes del año, aunque puede ser sustituida por otra práctica de piedad. El ayuno consiste en una sola comida importante por día; la abstinencia, en la privación de carnes y grasas animales.

(5) La vida moral gira alrededor de las tres virtudes teologales y las cuatro virtudes cardinales. Para cada virtud mencionamos los actos principales que se deben practicar, y luego los pecados contrarios.

Tomado de MISAL Y DEVOCIONARIO, Hermandad Sacerdotal San Pío X.