jueves, 20 de agosto de 2009

LAS APARICIONES MARIANAS - II

Clemente Domínguez, EL Palmar de Troya.

EL APARICIONISMO

En este campo de las manifestaciones sobrenaturales, pueden darse dos posturas opuestas, ambas malas. Se puede pecar por exceso: los que andan siempre tras lo maravilloso. sin preocuparse gran cosa de su santificación personal. También por defecto: los que tienen una actitud desdeñosa respecto a todo lo que es el ámbito de los fenómenos extraordinarios de la vida mística. Veamos un poco los dos casos, específicamente respecto al asunto que tenemos entre manos, las apariciones y revelaciones.

1. Los aparicionistas

A quienes tienen esta actitud de espíritu -que son muchos hoy en día-, debemos oponer las enseñanzas de la Sagrada Escritura, los principios de la Teología mística (especialmente San Juan de la Cruz y Sta. Teresa), y la historia de la Iglesia.


Amparo Cuevas, Prado Nuevo, El Escorial.

A. La Sagrada Escritura

“Carísimos, no creáis a todo espíritu, sino poned a prueba los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo” (I jn,4,1).

“Si entonces os dicen: “Ved al Cristo (=la Virgen) está aquí o allá", no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán cosas estupendas y prodigiosas hasta el punto de desviar si fuera posible, aún a los elegidos. Mirad que os lo he predicho” (Mt. 24, 23-25).

“... cuya aparición es obra de Satanás con todo poder y señales y prodigios de mentira y con toda seducción de iniquidad para los que han de perderse en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor de la verdad” (II Test. 2,9-12).

“Y embaucó a los habitantes de la tierra con los prodigios que le fue dado hacer en presencia de la bestia diciendo a los moradores de la tierra que debían erigir una estatua a la bestia de modo que la bestia también hablase e hiciese quitar la vida a cuantos no adorasen la estatua de la bestia” (Ap. 13,13-14).

B. La teología mística

Evidentemente los maestros en esta materia son San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Respecto al primero, debemos decir que es bastante duro respecto a las almas que andan siempre tras lo preternatural (o sobrenatural). Nos limitaremos a dar sólo dos citas, pero se encontrará abundante materia en todo el libro II de la Subida al Monte Carmelo.

“Querer saber cosas por vía sobrenatural, por muy peor lo tengo que querer otros gustos espirituales en el sentido; porque yo no veo por donde el alma que las pretende deje de pecar, por lo menos venialmente, aunque más buenos fines tenga y más puesta esté en perfección, y quien se lo mandase y consintiese, también. Porque no hay necesidad de nada de eso, pues hay razón natural, y ley y doctrina evangélica, por donde muy bastantemente se puede regir, y no hay dificultad ni necesidad que no se pueda desatar y remediar por estos medios muy a gusto de Dios y provecho de las almas...”. Y al cerrar este párrafo el santo doctor nos pone en guardia respecto a las apariencias de veracidad de ciertas revelaciones “por cuanto el demonio dice muchas cosas verdaderas y por venir, y conformes a razón, para engañar”. (Sub. II, cap. XXI).

“Yo conocí una persona que teniendo estas locuciones sucesivas, entre algunas harto verdaderas y substanciales que formaba del Santísimo Sacramento de la Eucaristía había algunas que eran harto herejía. Y espántome yo mucho de lo que pasa en estos tiempos, y es que cualquier alma de por ahí, con cuatro maravedís de consideración, si siente algunas locuciones de éstas en algún recogimiento, luego lo bautizan todo por Dios, y suponen que es así, diciendo: Díjome Dios; respondióme Dios; y no será así, sino que, como hemos dicho, ellos las más veces se lo dicen”. (Sub.ll, 29, n.2).

La gran Teresa de Ahumada habla también en varios pasajes sobre las visiones y revelaciones, aunque en general no es tan dura como su hermano Juan de la Cruz. Pero siempre insiste en que el cristiano debe buscar al Dios de los consuelos y no los consuelos de Dios... Se puede leer con provecho, por ej. el cap. 28 de su Vida; el cap. 8 y 9 de las moradas sextas, etc. Nosotros daremos solo un ej. del libro de las Fundaciones (cap. 8): “Téngase aviso que la flaqueza natural es muy flaca, en especial en las mujeres, y en este camino de oración se muestra más, y así es menester que a cada cosita que se nos antoje, no pensemos luego es cosa de visión... A donde hay algo de melancolía, es menester mucho más aviso; porque cosas han venido a mí de estos antojos, que me han espantado es posible que tan verdaderamente les parezca ven lo que no ven”.



San Juan de la Cruz hace que vuelva a Dios una religiosa tentada por el demonio bajo la apariencia de un Santo.

C. La historia de la Iglesia

A continuación narraremos dos casos que nos advierten de la prudencia que debemos usar siempre en lo que hace a manifestaciones extraordinarias y apariciones.

* El caso de Magdalena de la Cruz: Nació en 1487, en España; desde los 5 años tuvo apariciones de N.S. y de los santos (aparentemente). Fue curada milagrosamente, transportada de manera milagrosa a lugares lejanos. Desde los 12 años realiza milagros. En 1504, cuando tenía 17 años y gozaba ya de fama de santidad entra al convento de Córdoba. Venerada en toda España es elegida abadesa en 1533, y sucesivamente en 1536 y 1539. Muchos testimonios de la época acreditan sus “grandes virtudes” y sus dones místicos. Pero resulta que en 1542 las religiosas de su convento descubrieron que comía en secreto, cuando había aparentado vivir en ayuno. Y nos cuenta Llorente en su Historia crítica de la Inquisición (T.II) que a muchas personas les decía que el concubinato de sacerdotes y monjes no era pecado; que violar la ley de la abstinencia o el descanso dominical tampoco era falta. (Libro justamente criticado por su parcialidad, etc., pero aquí podemos pensar que es cierta esta historia ya que fue también testificada por Menéndez y Pelayo en Historia de los Heterodoxos).

Se advirtió entonces de todas estas cosas al superior provincial y a los confesores del convento, pero ellos no hicieron caso. Sin embargo, en el año 1543 se le efectuó un exorcismo y se le advirtió que estaba por morir. Entonces “la santa, la mística”, confesó que cuando tenía 5 años el demonio se le apareció bajo el aspecto de Cristo para anunciarla que ella sería una gran santa. Y cuando tenía 13 años -es decir que Magdalena ya se había inflamado de orgullo- se le apareció de nuevo para decirle esta vez que había sido él quien se le había aparecido en su niñez.

* Las falsas apariciones a raíz de Lourdes: Después de las apariciones de Nuestra Señora a santa Bernardita, hubo muchísimas falsas apariciones en Lourdes y en los pueblos de los alrededores. Esto lo atestigua, por ej., el hermano Léobard, director de las escuelas de Lourdes: “El diablo hizo surgir una infinidad de visionarios. Se los vio librarse a las más grandes extravagancias. ¿Veían ellos algo? Sí, y se está en todo el derecho de creer que muchos entre ellos vieron al espíritu malo, bajo diversas formas...”.

Monseñor Cristiani en un interesantísimo libro, Présence de Satan dans le monde moderne, nos dice al respecto:“Sea que se atribuya a la exaltación, a la imaginación, al contagio espiritual, las visiones que se unieron a las de Bernadette, es evidente que el demonio sacaba de ello provecho y que perfilaba una táctica: la de ahogar las que eran visiones auténticas y apariciones ciertas de la Virgen, bajo el flujo de imitaciones ridículas o barrocas, de las cuales una parte del público se alimentaba con frenesí, en Lourdes, mientras que los más sabios alzaban los hombros. Ahogar la verdad en la mentira era un procedimiento bien digno del demonio”. (Cap. II Les diableries de Lourdes, p. 59-9I, Ed. France-Empire,19


San Juan de la Cruz libra a una religiosa entregada al diablo bajo contrato firmado con sangre y descubre otra vez los engaños diabólicos bajo la aparente figura de San Juan.

2. Los "espíritus fuertes"

"Si, sin embargo, el Señor, por alguna inspiración, hubiera revelado a algunos ciertos hechos futuros que tendrán lugar en la Iglesia de Dios, -como El mismo lo ha prometido por el profeta Amós, y según lo que el apóstol Pablo, príncipe de los predicadores afirma: “Spiritum nolite extinguere, prophetias nolite spernere (Am. 3,7-1 Tes. 5,19-20)-, no queremos confundirlos de manera alguna con la multitud de otros, que son contadores de fábulas y mentirosos, ni ponerles obstáculos de manera alguna..." (V Conc. de Letrán, sesión XI).

Si bien rechazamos el aparicionismo, no por eso nos alineamos con aquellos que tienen una actitud desdeñosa respecto de todos los fenómenos extraordinarios de la vida mística.

Suele escucharse: “yo no necesito de esas cosas para creer”; “lo importante es vivir el Evangelio"; “en última instancia, la Iglesia no nos obliga a creer en esas apariciones”.

Creemos que este es un argumento especioso. Ya veremos más detenidamente cuál es el valor de una aprobación oficial de la Iglesia de una aparición. Pero pensemos desde ya si es cristiano el permanecer indiferente a esas manifestaciones del Cielo, cuando han tenido tanto que ver con la vida de la Iglesia, sea para confirmar su dogma, sea para explicitación de su fe, sea para fortalecimiento de su vida espiritual; sea finalmente -y ello nos parece capital- para la instauración de alguna fiesta. Respecto a esto último tenemos el caso de la fiesta del Santísimo Sacramento establecida por el Papa Urbano IV, a raíz de las revelaciones de las cuales fue beneficiada santa Juliana de Mont-Cornillon. El acrecentamiento de la devoción a la Pasión y las llagas de Nuestro Señor, por la estigmatización de San Francisco de Asís. Se sabe que la fiesta del Sagrado Corazón es fruto de los coloquios amorosos que tuvo santa Margarita de Alacoque con Nuestro Señor.

Por otro lado, la aparición de Nuestra Señora en Lourdes confirmó la proclamación del dogma de su Inmaculada Concepción. Dos regalos de nuestra Madre se deben a sendas apariciones: el santo escapulario, a la que tuvo san Simón Stock; la medalla milagrosa, a la habida en la Rue du Bac. Y cómo desoír la Voz de Fátima cuando se nos ha hablado de cosas tan importantes como son la situación de crisis de la Iglesia, la situación del mundo, la salvación de las almas, etc. (Hablamos de Fátima, por ser reciente y por haber sido aprobada por la Iglesia; en ella se encuentran todos los signos de veracidad de una aparición sobrenatural).

A continuación, y para cerrar este tema, veremos cuál era el pensamiento del obispo de Tarbes, en su “Carta pastoral que contiene el juicio sobre la aparición que tuvo lugar en la gruta de Lourdes” (18 enero 1861):

“En todas las épocas de la humanidad, se han establecido maravillosas comunicaciones entre el Cielo y la tierra. Desde el origen del mundo Nuestro Dios se apareció a nuestros primeros padres, para reprocharles su crimen de desobediencia. En los siglos siguientes lo vemos conversar con los Patriarcas y los Profetas; y el Antiguo Testamento es la historia de las apariciones celestiales con las cuales fueron favorecidos los hijos de Israel.

Esos divinos favores no debían cesar con la ley mosaica; al contrario, debían ser bajo la ley de la gracia, más numerosos y deslumbrantes.

Desde la cuna de la Iglesia, en esos tiempos de sangrienta persecución, los cristianos recibían la visita de Jesucristo o de los ángeles que venían tanto a revelarles secretos del porvenir, como a librarlos de sus cadenas, o fortificarlos en los combates...

Esas manifestaciones sobrenaturales no fueron algo exclusivo de los primeros siglos de la Iglesia. La historia atestigua que se perpetuaron de edad en edad, para gloria de la Religión y educación de los fieles.

Entre las apariciones celestiales, ocupan un lugar destacado las de la Santísima Virgen, y ellas han sido para el mundo una fuente abundante de bendiciones. Recorriendo el universo católico, el viajero encuentra, a intervalos regulares, templos consagrados a la Madre de Dios; y muchos de esos monumentos deben su origen a la aparición de la Reina del Cielo”.

Padre Brian Moore.
(Continuara)