martes, 26 de marzo de 2013

HACIA LA RELIGIÓN UNIVERSAL DEL SINCRETISMO



Dijo Francisco en su primera audiencia al cuerpo diplomático: 

“No se pueden construir puentes entre los hombres olvidándose de Dios. Pero también es cierto lo contrario: no se pueden vivir auténticas relaciones con Dios ignorando a los demás. Por eso, es importante intensificar el diálogo entre las distintas religiones, creo que en primer lugar con el Islam, y he apreciado mucho la presencia, durante la Misa de inicio de mi ministerio, de tantas autoridades civiles y religiosas del mundo islámico. Y también es importante intensificar la relación con los no creyentes, para que nunca prevalezcan las diferencias que separan y laceran, sino que, no obstante la diversidad, predomine el deseo de construir lazos verdaderos de amistad entre todos los pueblos”.


Convendría que los católicos conociesen más la carta magna del buen ecumenismo que es la encíclica Mortalium Animos, de Pío XI, donde se reprueba a quienes tienen “la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio”. 

Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.” 

Tiempos muy difíciles se vienen, si la Iglesia sigue empeñada en dialogar sin ton ni son, y no cumple con su misión de enseñar y de convertir. Y para convertir es imprescindible mantener “las diferencias que separan y laceran”, para superarlas con la doctrina salvífica de la única religión verdadera. 

De otro modo, se impondrá la “paz del mundo” y no la que da Cristo Nuestro Señor.

(Escrito con la fe del carbonero. Que Dios me la conserve y aumente.)