CAPITULO 5
Del primer grado de humildad, que, es tenerse uno en
poco y sentir bajamente de sí mismo.
San Laurencio Justiniano dice que ninguno conoce bien qué es
humildad, sino el que ha recibido de Dios ser humilde. Es cosa muy difícil
de conocer. En ninguna cosa se engaña tanto el hombre, dice este Santo,
como en conocer la verdadera humildad. ¿Pensáis que consiste en decir
que soy un miserable, y que soy un soberbio? Si en esto consistiera, bien
fácil cosa fuera; todos fuéramos humildes, porque todos andamos diciendo
de nosotros que somos unos tales y unos cuales; ¡plega al Señor que lo
sintamos así y que no lo digamos solamente con la boca y por
cumplimiento! ¿Pensáis que consiste la humildad en traer vestidos viles y
despreciados, o en andar en oficios bajos y humildes? No consiste en eso,
porque ahí puede haber también mucha soberbia, y desear uno ser tenido y
estimado por eso, y tenerse por mejor y más humilde que otros, que es la
fina soberbia. Verdad es que ayudan mucho estas cosas exteriores a la
verdadera humildad, si se toman como deben, como adelante diremos;
pero, al fin, no consiste en eso la humildad. Dice San Jerónimo: Muchos
siguen la sombra y apariencia de humildad; fácil cosa es traer la cabeza
inclinada, los ojos bajos, hablar con voz humilde, suspirar muchas veces, y
a cada palabra llamarse miserables y pecadores; pero si a ésos les tocáis
con una palabra, aunque sea muy liviana, luego veréis cuán lejos están de
la verdadera humildad; cesen todas las palabras fingidas, vayan fuera todas
esas hipocresías y exterioridades: que el verdadero humilde, en la
paciencia y sufrimiento se echa de ver; ésa, dice San Jerónimo, es la piedra
de toque, donde se conoce la verdadera humildad.
San Bernardo desciende más en particular a declarar en qué consiste
esta virtud, y pone su definición: La humildad es una virtud, con la cual, el
hombre, considerando y viendo sus defectos y miserias, se tiene en poco a
sí mismo. No está la humildad en palabras ni en cosas exteriores, sino en
lo íntimo del corazón, en un sentir bajísimamente de sí mismo, en tenerse en poco, y en desear ser tenido de los otros en baja reputación, que nazca
de un profundísimo conocimiento propio.
Para declarar y desmenuzar más esto, ponen los Santos muchos
grados de humildad. El bienaventurado San Benito, a quien sigue Santo
Tomás y otros Santos, pone doce grados: San Anselmo pone siete; San
Buenaventura los reduce a tres; y esto seguiremos, ahora por causa de más
brevedad, y para que, recogiendo la doctrina a menos puntos, la tengamos
más delante de los ojos para ponerla por obra.
El primer grado de humildad, dice San Buenaventura, es que se tenga
uno a sí mismo en poco y sienta bajamente de sí; Y el medio único y
necesario para esto es el propio conocimiento. Estas dos cosas son las que
comprende la definición de la humildad de San Bernardo, y así sólo
comprende este primer grado. La humildad es una virtud con la cual el
hombre se tiene en poco a sí mismo; veis ahí lo primero. Y esto hace, dice
San Bernardo, teniendo verdadero conocimiento de sí y de sus miserias y
defectos. Por esto ponen algunos por primer grado de humildad el
conocimiento propio, y con mucha razón. Pero nosotros, como reducimos
todos los grados a tres, con San Buenaventura, ponemos por primer grado
de humildad el tenerse uno a sí mismo en poco; y al conocimiento propio,
ganémosle por medio necesario para alcanzar este grado de humildad; pero
en la sustancia, todo es uno. Todos convenimos en que el conocimiento
propio es el principio y fundamento para alcanzar la humildad y tenernos
en lo que somos. Porque ¿cómo habéis de tener a uno en lo que es, si no le
conocéis? no puede ser: es menester que primero conozcáis quién es, y así
le tendréis y honraréis como a tal. Así, es menester que primero os
conozcáis quién sois, y después teneos en lo que sois, que para eso licencia
tenéis. Porque si os tenéis en lo que sois, seréis bien humilde, porque os
tendréis en muy poco; pero si os queréis tener en más de lo que sois, eso es
soberbia. Dice San Isidoro: Por eso se llama uno soberbio, porque se tiene
y quiere ser tenido sobre lo que es y en más de lo que es. Y ésta es una de
las razones que dan algunos de amar Dios tanto la humildad, porque es
muy amigo de la verdad, y la humildad es verdad, y la soberbia y
presunción es mentira y engaño; porque no sois vos lo que pensáis, ni lo
que queréis que los otros piensen que sois. Pues si queréis andar en verdad
y en humildad, teneos en lo que sois. Por cierto, que no parece que
pedimos mucho en pedir que os tengáis en lo que sois y que no queráis
tener en más, porque no es razón que nadie se tenga en más de lo que es,
antes sería grande engaño y muy peligroso, andar uno engañado en sí
mismo, teniéndose por otro de lo que es.
EJERCICIO DE PERFECCIÓN Y
VIRTUDES CRISTIANAS.
Padre Alonso Rodríguez, S.J