domingo, 5 de mayo de 2013

LA VIRTUD DE LA HUMILDAD (V)


CAPITULO 5 

Del primer grado de humildad, que, es tenerse uno en 
poco y sentir bajamente de sí mismo. 

San Laurencio Justiniano dice que ninguno conoce bien qué es humildad, sino el que ha recibido de Dios ser humilde. Es cosa muy difícil de conocer. En ninguna cosa se engaña tanto el hombre, dice este Santo, como en conocer la verdadera humildad. ¿Pensáis que consiste en decir que soy un miserable, y que soy un soberbio? Si en esto consistiera, bien fácil cosa fuera; todos fuéramos humildes, porque todos andamos diciendo de nosotros que somos unos tales y unos cuales; ¡plega al Señor que lo sintamos así y que no lo digamos solamente con la boca y por cumplimiento! ¿Pensáis que consiste la humildad en traer vestidos viles y despreciados, o en andar en oficios bajos y humildes? No consiste en eso, porque ahí puede haber también mucha soberbia, y desear uno ser tenido y estimado por eso, y tenerse por mejor y más humilde que otros, que es la fina soberbia. Verdad es que ayudan mucho estas cosas exteriores a la verdadera humildad, si se toman como deben, como adelante diremos; pero, al fin, no consiste en eso la humildad. Dice San Jerónimo: Muchos siguen la sombra y apariencia de humildad; fácil cosa es traer la cabeza inclinada, los ojos bajos, hablar con voz humilde, suspirar muchas veces, y a cada palabra llamarse miserables y pecadores; pero si a ésos les tocáis con una palabra, aunque sea muy liviana, luego veréis cuán lejos están de la verdadera humildad; cesen todas las palabras fingidas, vayan fuera todas esas hipocresías y exterioridades: que el verdadero humilde, en la paciencia y sufrimiento se echa de ver; ésa, dice San Jerónimo, es la piedra de toque, donde se conoce la verdadera humildad. 

San Bernardo desciende más en particular a declarar en qué consiste esta virtud, y pone su definición: La humildad es una virtud, con la cual, el hombre, considerando y viendo sus defectos y miserias, se tiene en poco a sí mismo. No está la humildad en palabras ni en cosas exteriores, sino en lo íntimo del corazón, en un sentir bajísimamente de sí mismo, en tenerse en poco, y en desear ser tenido de los otros en baja reputación, que nazca de un profundísimo conocimiento propio. 

Para declarar y desmenuzar más esto, ponen los Santos muchos grados de humildad. El bienaventurado San Benito, a quien sigue Santo Tomás y otros Santos, pone doce grados: San Anselmo pone siete; San Buenaventura los reduce a tres; y esto seguiremos, ahora por causa de más brevedad, y para que, recogiendo la doctrina a menos puntos, la tengamos más delante de los ojos para ponerla por obra. 

El primer grado de humildad, dice San Buenaventura, es que se tenga uno a sí mismo en poco y sienta bajamente de sí; Y el medio único y necesario para esto es el propio conocimiento. Estas dos cosas son las que comprende la definición de la humildad de San Bernardo, y así sólo comprende este primer grado. La humildad es una virtud con la cual el hombre se tiene en poco a sí mismo; veis ahí lo primero. Y esto hace, dice San Bernardo, teniendo verdadero conocimiento de sí y de sus miserias y defectos. Por esto ponen algunos por primer grado de humildad el conocimiento propio, y con mucha razón. Pero nosotros, como reducimos todos los grados a tres, con San Buenaventura, ponemos por primer grado de humildad el tenerse uno a sí mismo en poco; y al conocimiento propio, ganémosle por medio necesario para alcanzar este grado de humildad; pero en la sustancia, todo es uno. Todos convenimos en que el conocimiento propio es el principio y fundamento para alcanzar la humildad y tenernos en lo que somos. Porque ¿cómo habéis de tener a uno en lo que es, si no le conocéis? no puede ser: es menester que primero conozcáis quién es, y así le tendréis y honraréis como a tal. Así, es menester que primero os conozcáis quién sois, y después teneos en lo que sois, que para eso licencia tenéis. Porque si os tenéis en lo que sois, seréis bien humilde, porque os tendréis en muy poco; pero si os queréis tener en más de lo que sois, eso es soberbia. Dice San Isidoro: Por eso se llama uno soberbio, porque se tiene y quiere ser tenido sobre lo que es y en más de lo que es. Y ésta es una de las razones que dan algunos de amar Dios tanto la humildad, porque es muy amigo de la verdad, y la humildad es verdad, y la soberbia y presunción es mentira y engaño; porque no sois vos lo que pensáis, ni lo que queréis que los otros piensen que sois. Pues si queréis andar en verdad y en humildad, teneos en lo que sois. Por cierto, que no parece que pedimos mucho en pedir que os tengáis en lo que sois y que no queráis tener en más, porque no es razón que nadie se tenga en más de lo que es, antes sería grande engaño y muy peligroso, andar uno engañado en sí mismo, teniéndose por otro de lo que es. 


EJERCICIO DE PERFECCIÓN Y 
VIRTUDES CRISTIANAS.
Padre Alonso Rodríguez, S.J