Omnipotente y sempiterno Dios, que en los misteriosos consejos de vuestra inefable providencia os habéis dignado
llamarnos a la vida por obra de nuestros padres, representantes de vuestra potestad ante nosotros, escuchad la oración de nuestra piedad filial que os ofrecemos por aquellos a
quienes habéis comunicado la misericordia de vuestras
paternales entrañas, para que derramen sobre el curso de
nuestra vida el consuelo de vuestro santo y generoso amor.
Llenad, oh Señor, a nuestros padres de vuestras santas
bendiciones; enriqueced su alma con vuestra santa gracia;
haced que conserven siempre y con fidelidad la imagen de
vuestros místicos desposorios con la Iglesia, que en ellos dejasteis impresa el día de sus bodas. Llenadlos del espíritu de
vuestro santo temor, que es el principio de la sabiduría, y
persuadidles en todo momento que lo infundan en sus hijos,
para que anden siempre por el camino de vuestros mandamientos y, de esta manera, sean el gozo en el destierro de
este mundo y formen su corona en la patria celestial.
Finalmente, oh Señor Dios, haced que puedan ambos llegar
a la extrema vejez gozando de perfecta salud de alma y
cuerpo, para que, juntamente con nosotros, sus hijos, merezcan cantar perpetuamente vuestras alabanzas en la patria
celestial y daros abundantes gracias por el gran don que les
hicisteis, al concederles, en este valle de lágrimas, el resplandor de vuestra fecundidad infinita y de vuestra paternidad
divina. Así sea.
Oración por los padres difuntos
Oh Dios, que nos mandasteis honrar a nuestro padre y a
nuestra madre, apiadaos, por vuestra clemencia, de las almas
de mi padre y de mi madre, y perdonadles sus pecados, y
haced que yo los vea en el gozo de la eterna claridad. Por
Cristo Señor nuestro. Así sea.
(Mis. Rom.)