lunes, 8 de febrero de 2016

ADIOS, EUROPA


Es urgente hacer notar, urgentísimo en realidad, que la inmigración masiva que está soportando Europa, principalmente de origen musulmán, no es espontánea, y ni mucho menos saludable si pensamos en las naciones como organismos vivos. De hecho hace falta poco seso para darse cuenta de esto. Hace falta no llevar, sobre todo, una venda negra sobre los ojos.

Ya ha sido suficientemente desmontado a estas alturas el famoso mito de la convivencia de las tres culturas. Sin ir más lejos, en España nunca convivieron cristianos, judíos y moros. Se soportaron como pudieron, y únicamente allí donde ninguna cultura era mayoritaria y podía aplastar a las otras. Pero aquello fue otra historia. Una historia que no contó, muy al contrario que en nuestras sociedades, con protagonistas ingenuos, liberales y progres.

A día de hoy Alemania gasta, y gastará más aún, millones de euros asistiendo a gentes que ni desean integrarse en sus países de acogida, ni la cultura a la que pertenecen es en modo alguno compatible con la autóctona. Alemania padece en estos momentos, además, una ola de violaciones y agresiones a nativos en institutos y colegios realmente intolerables[1]; y lo mismo, o peor, ocurre en Suecia y Noruega mientras escribo estas líneas. Inglaterra y Francia han sufrido disturbios importantes por la inmigración recibida, y en Italia es fácil ver en sus calles alguna inscripción —yo he sido testigo de ello— exigiendo que el islam sea erradicado de Europa[2]. Etcétera. El choque de civilizaciones sólo es cuestión de tiempo. Sólo falta por desvelarse cuándo estas bombas de relojería removerán las calles de Europa.

La población por su parte vive sedada. Está convenientemente entretenida, despistada e idiotizada. De esta manera la clase política puede aplicar al milímetro, como viene haciendo desde hace décadas, las directrices de la masonería, instrumento clave del sionismo internacional. Tanto es así que desde las instituciones nos animan a mezclarnos[3], insisten en el multiculturalismo, promueven canciones que hablan de la era del mestizaje[4], y todo ello de acuerdo a un plan preconcebido que busca destruir la homogeneidad europea y lograr así un pueblo de bastardos fácilmente manejable.

Y es que las decisiones de nuestros políticos resultan ya excesivamente sospechosas. No en vano los gobiernos, al unísono además, insisten en acoger muchedumbres de invasores musulmanes cuando estos resultan a todas luces perjudiciales para Europa. Y los gobiernos descarriados, aquellos que levantan la voz y no se pliegan a las doctrinas de la UE, como Hungría o Polonia, inmediatamente son llamados al orden o amenazados públicamente. Sin embargo, cualquiera puede ver que en nada beneficia esta invasión a los intereses nacionales de ninguna nación europea. En realidad nos enfrentamos a un auténtico suicidio, o desde el otro ángulo del escenario, a un genocidio cultural sin precedentes. ¿No estamos asistiendo de hecho a la consumación del Plan Kalergi?

Nos amenazan por otra parte con el Estado Islámico, una organización criminal que ha surgido de la nada y que con toda seguridad está siendo financiada por servicios de inteligencia occidentales y algunos países petrolíferos del Golfo Pérsico, pues por mucho que se «empeñan» las potencias occidentales en combatir a los terroristas islámicos, la sensación es que cuanto más bombardean aquéllos, más fuertes se vuelven éstos. Lo cual no hay quien se lo crea.

A Gadafi se le atribuye, por cierto, cierto epitafio de Europa. Al parecer dijo de ésta que no sería conquistada por las armas, sino por el vientre de las mujeres musulmanas[5]. Gadafi ciertamente no era más que un muñeco del que se aprovecharon los poderes de siempre, identificados con el judaísmo cabalista, como dijera hace décadas el colosal sacerdote argentino Julio Meinvielle. Como títeres son también los musulmanes que invaden Europa, movidos de sus países al jugar aquéllos a provocar determinadas guerras. Porque en realidad el desguace de Europa es un proyecto judeomasónico que tiene como objetivos principales la disolución de la identidad europea, o de la raza blanca si se quiere, la destrucción de la religión cristiana y la desaparición de la familia tradicional, y para ello están movilizando los sionistas todas las fuerzas que tienen a su alcance: mundo musulmán convenientemente azuzado, políticos incorporados a la masonería, medios de comunicación de masas, industrias del espectáculo, y un Vaticano que ha perdido el norte o lleva tiempo sin cabeza.

Hace años un noruego asesinaba a docenas de personas en Oslo, y en el juicio, una vez detenido, aseguraba no sentirse arrepentido de semejantes crímenes. Pretendía llamar la atención de esta brutal manera, según decía él, para que Europa despertara y se deshiciera del islam invasor. De lo contrario, en pocos años en Europa regiría la sharia. Lo cierto es que, como dijo el mismo homicida, atacó a ese grupo de personas por sus ideas socialdemócratas, precisamente el tipo de ideas que han contribuido a difundir el mal que ahora asola nuestra Europa. Anders Breivik realizó un acto atroz, salvaje, injustificable sin duda, y léase bien, inexcusable y sin justificación alguna; sin embargo, más doloroso aún que los métodos brutales que usó para dar la voz de alarma, mucho más si cabe, resulta comprobar que en el fondo tenía razón.

Por estos y otros motivos, si Europa no despierta, pronto le diremos adiós.

Luis Segura

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[1] Chica alemana aterrorizada: https://www.youtube.com/watch?v=zAwLddQeAok
Ola de violaciones azota Europa: https://www.youtube.com/watch?v=pEshUHgUbEc
Ataques en Suecia: https://www.youtube.com/watch?v=vMZVxVURg-4
[3] http://www.injuve.es/asociaciones/noticia/campana-yo-soy-tu-mezclate
[4] https://www.youtube.com/watch?v=EMWJA62tUFM
[5] http://www.periodistadigital.com/ocio-y-cultura/libros/2011/04/08/reyes-monforte-infiel-terrorismo-yihadista-al-qaeda-atentado-mezquita-bomba-martir-inmolar-raquel-burgos.shtml

Fuente: Adelante la Fe