viernes, 4 de agosto de 2017

EL PP TRABAJA POR UN NUEVO FRENTE POPULAR


A falta de principios, el PP abunda en maquiavelismos. Maquiavelismos de aldea, realmente, que están llevando al país al desastre. Se rigen por la ideílla de mirar al futuro sin aprender del pasado e ignorando el presente; o por el pensamiento del lector del Marca de que la economía lo es todo y que el dinero calma a las fieras. Pero extrañamente les sale al revés. Izquierda y separatistas no se calman, no hacen más que radicalizarse, volverse más audaces y atacar con mayor encarnizamiento a España en estos años en que han recibido todo del gobierno. Ahora vemos los homenajes a la ETA sin que los muy maleducados etarras den las gracias a sus benefactores ZP y Rajoy. Vemos la escalada separatista en Cataluña y Vascongadas, después de que entre PSOE y PP hayan reducido a “residual” la presencia allí del estado español común…


Ya he señalado el legado que dejan al país Rajoy y su pandilla –después de haber despachado al estado mayor de Aznar–, pero hay que insistir en ello: más y más radical separatismo; más presencia institucional y financiación de la ETA; menos soberanía, cedida “por grandes toneladas” a la burocracia de Bruselas y de la OTAN; corrupción rampante (todos los partidos se acusan de corruptos unos a otros y todos aciertan); un ejército cipayo embarcado en operaciones por intereses ajenos, bajo mando ajeno y en idioma ajeno; creciente colonización cultural por el inglés, buscando establecerlo de hecho como el idioma superior de la cultura (y de otras cosas) en España; una justicia cada vez más desacreditada por la politización de muchos jueces, tras la “muerte de Montesquieu” hace ya mucho años; más despotismo LGTBI con sus secuelas de abortos masivos, corrosión de la justicia, dispendios corruptos y perversión de menores; Gibraltar, sacado de la ruina por Felipe González para convertirlo en un emporio de negocios opacos en beneficio de la potencia ocupante, define a la perfección el papel real internacional de España; aplicación de una llamada ley de memoria histórica totalitaria, prochekista y proetarra; más antifranquismo visceral, basado en el embuste sistemático…

Realmente no hay un solo punto en que el legado del PP sea ni remotamente positivo. Bueno, hay uno, según sus apologistas, que por lo visto creen que con él se salva todo y deja en minucias todos los negros puntos mencionados: el paro ha disminuido algo y la economía, o aspectos de ella, mejoran. Pero aun eso se viene logrando a costa de deprimir las condiciones de trabajo, los salarios y los derechos de los trabajadores, y nadie sabe si se trata de una mejoría coyuntural o a medio plazo. Aun así: lo que realmente importa al país son las amenazas a su propia existencia, cada vez más fuertes por el lado de los separatismos y de la pérdida de soberanía, que nos convierte en país lacayo. La economía no lo es todo, y mucho menos debe convertirse en disfraz que disimule la podredumbre política, social y moral de país.

Debe señalarse además otra fechoría de esta gente: la promoción de Podemos. La evidencia de que el gobierno de Rajoy seguía en todo las líneas trazadas por Zapatero estaba provocando la huida a chorros de los votantes del PP… hasta que los maquiavelos baratos encontraron la solución: dar mil facilidades mediáticas a Iglesias y su grupo insignificante de loquillos de la universidad. En realidad Podemos y el PP coinciden en casi todo, en las palabras o en los hechos: LGTBI, presencia institucional de la ETA, financiación y apoyo a los separatismos, “memoria histórica”, etc. En el fondo solo discrepan en el tono, feroche y amenazante en Podemos, hipócrita y ambiguo en el PP. Pero el tono importa mucho en política, y el de Podemos ha venido que ni pintado al PP para asustar a cientos de miles de personas conservadoras que ante la disyuntiva PP-Podemos, “eligen” amedrentados. Y ahí entramos en la extraña situación de que los dos partidos, tan similares ideológicamente, se atacan con aparente saña y en realidad viven uno del otro, viven en una simbiosis que condena la política española a un círculo vicioso y dificulta en extremo alternativas como las posibles de VOX o UPyD.

Otro objetivo maquiavelero con Podemos consistía en debilitar al PSOE para imponerle una línea de acción menos extrema y más próxima al PP. Y si con Podemos ha tenido un éxito a corto plazo, ahí el fracaso ha sido mayúsculo: el PSOE se ha radicalizado y se ha acercado más a Podemos y no al PP. Lo mismo se han radicalizado los separatismos a pesar, o mejor dicho gracias, a la política de concesiones sin principios y de sobornos del PP. Una política que ha suscitado el mayor desprecio a un gobierno abyecto.

Con todo lo cual asistimos a la posibilidad de un nuevo Frente Popular, que podría incluso ganar las elecciones sin fraude alguno, al revés que en el 36, según indican algunas encuestas. De hecho o de derecho, el Frente Popular fue en esencia una alianza de una izquierda totalitaria con los separatismos, bajo una común aversión a España y a la cultura cristiana, entre otras cosas. La situación se repite, con algunas variantes como la crisis de la Iglesia en una sociedad mayoritariamente católica pero solo de nombre, y con las defensas destruidas por Rajoy y los suyos. Y este puede ser el peor resultado de las intriguillas de los baratísimos políticos que hoy gobiernan España.

Porque para frenar el auge de semejantes fuerzas lo más inadecuado es un partido tan miserablemente vaciado de principios políticos reales como el PP. Un partido y un gobierno que solo inspira desprecio a sus competidores y desánimo y depresión a cuantos creían y siguen empeñándose en creer que es otra cosa que lo que evidentísimamente es, y aún hablan de voto “útil”. Útil para profundizar la línea de Zapatero, demoledora de la nación y de la democracia. Es más que hora de despertar a la realidad.