jueves, 23 de abril de 2020

SEXTA APARICIÓN DE NTRA. SRA. DE FÁTIMA - DÍA 13 DE OCTUBRE DE 1917


Salimos de casa bastante temprano, contando con las demoras del camino. Había masas de gente. Una lluvia torrencial. Mi madre, temiendo que fuese aquel el último día de mi vida, con el corazón partido por la incertidumbre de lo que iba a suceder, quiso acompañarme. Por el camino las escenas del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el lodo en los caminos impedía a esa gente arrodillarse en la actitud más humilde y suplicante. Llegados a Coya de Iría, junto a la encina, llevada por un movimiento interior, pedí a la gente que cerrase los paraguas para rezar el rosario. Poco después vimos el reflejo de la luz y en seguida a Nuestra Señora sobre la encina.

—¿Qué es lo que Vd. me quiere?

—Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío; que soy la Señora del Rosario; que continúen siempre rezando el rosario todos los días. La guerra va a acabar, y los militares volverán en breve a sus casas.

—Tenía muchas cosas que pedirle: si curaba a algunos enfermos y si convertía a algunos pecadores, etc.

—A unos, sí; a otros, no. Es necesario que se enmienden; que pidan perdón de sus pecados; —y tomando un aspecto más triste—, No ofendan más a Dios Nuestro Señor que está ya muy ofendido.

Y abriendo las manos, las hizo reflejarse en el sol. Y mientras se elevaba, continuaba el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol.

He aquí, Ecmo. y Rvmo. señor Obispo, el motivo por el cual exclamé que mirasen al sol. Mi fin no era llamar a él la atención del pueblo, pues ni siquiera me daba cuenta de su presencia. Lo hice solo, llevada por un movimiento interior que me impulsaba a ello.

Desaparecida Nuestra Señora en la inmensa distancia del firmamento, vimos al lado del sol a San José con el Niño, y a Nuestra Señora, vestida de blanco, con un manto azul. San José con el Niño parecían bendecir el mundo con unos gestos que hacían con la mano en forma de cruz. Poco después, desvanecida esta Aparición, vimos al Señor y a Nuestra Señora que me daba la idea de ser Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor parecía bendecir el mundo, de la misma forma que San José. Se desvaneció esta Aparición y me parecía ver todavía a Nuestra Señora en forma semejante a Nuestra Señora del Carmen.

He aquí, Excmo. y Rvmo. señor Obispo, la Historia de las Apariciones de Nuestra Señora en Coya de Iría en 1917. Siempre que por algún motivo tenía que hablar de ellas, procuraba hacerlo con las mínimas palabras con la intención de guardar para mí sola esas partes más íntimas que tanto me costaba manifestar. Más como ellas son de Dios y no mías, y El ahora, por medio de V. E. Rvdma. me las reclama, ahí van. Restituyo lo que no me pertenece. Advertidamente no me reservo nada. Me parece que deben faltar solo algunos pequeños detalles referentes a peticiones que hice. Como eran cosas meramente materiales, no les di tanta importancia, y tal vez por eso no se me grababan tan vivamente en el espíritu. Y, además eran tantas, tantas... Debido tal vez a preocuparme con el recuerdo de las innumerables gracias que tenía que pedir a Nuestra Señora caí en el error de entender que la guerra acababa el mismo día 13. 

No pocas personas se han mostrado bastante admiradas por la memoria que Dios se dignó darme. Por una bondad infinita, la tengo bastante privilegiada, en todo el sentido. Pero en estas cosas sobrenaturales, no es de admirar, porque ellas se graban en el espíritu de tal forma que casi es imposible olvidarlas. Por lo me-nos el sentido de las cosas que indican, nunca se olvida, a no ser que Dios quiera también que se olvide.

Memorias de Lucía
Ediciones "Sol de Fátima"

(Imagen tomada de Ediciones Magníficat-Canadá)