«Los ángeles exterminadores, espada en mano, no esperan
más que una señal para herir la tierra... La justicia castigará,
pero la misericordia intervendrá, y seremos salvos. Habrá
una crisis terrible; pero se me ha dicho (por revelación) que
después de este tiempo conducirá el Señor al príncipe Deodato.
El Señor me ha dado terribles quejas: se queja de ese furor en buscar los placeres; se queja de los bailes escandalosos;
de la indecencia y del lujo en los trajes. Si prohíbe en el santo Evangelio hasta una sola mirada, hasta un mal deseo, ¿será
de extrañar que castigue de un modo terrible la corrupción
de costumbres, que es el resultado necesario de todos esos abusos?
El orden social es ficticio: si todavía se mantiene, es por
la fuerza y la violencia. Los castigos del Señor van a caer sobre nosotros de muchas maneras. Azotes, desórdenes, sangre
derramada. Habrá un desorden horrible. Sin embargo, aquellos días serán abreviados en favor de los justos. Dios elevará
sobre el trono a un Rey modelo, a un Rey cristiano... El
Señor le dará la luz, la prudencia y el poderío: El mismo le
ha preparado por largo tiempo y le ha hecho pasar por el crisol de la prueba y del tormento pero lo llamara del destierro, lo tomara de la mano, y en el día fijado lo pondrá en el trono.
(Profecía de 1857)
(Profecía de 1857)
Apología del Gran Monarca 1ª Parte,
pagina 226.
P. José Domingo María Corbató
Biblioteca Españolista. Valencia-Año 1904