Esta profecía está copiada de la Vida de San Angelo, Mártir, de la Orden de Nuestra Señora del Carmen,
libro escrito en 1227 por Enoch, testigo ocular. La
profecía, diálogo entre Jesucristo y el Santo, es del
cap. XV y dice lo siguiente:
«—SAN ANGELO. Señor, tened piedad de vuestra Iglesia y
apartad de vuestro pueblo los rayos de vuestra cólera. Por
él moristeis con clemencia y lo rescatasteis derramando vuestra preciosa sangre; suscitad ya, Señor, un Enviado que liberte vuestra Ciudad Santa y la arranque de la servidumbre
en que la tienen sus enemigos.
«—JESUCRISTO. Cuando mi pueblo se arrepienta y siga mi
camino, cuando abrace la justicia y la observe, aparecerá mi
enviado, el cual libertará mi Iglesia, restablecerá la paz y será
en todas las naciones el consuelo de los justos.
«—SAN ANGELO. ¿Quién será, Señor, este Libertador de
vuestra Ciudad?
«—JESUCRISTO. Aparecerá un Rey de la antigua raza de
los reyes de Francia, hombre de insigne piedad para con su
Dios. Será honrado de los príncipes cristianos y en todo
se sacrificará por la Fe Católica, y su poder se extenderá
muy lejos por mar y por tierra. Entonces, salvada la Iglesia
como de una destrucción cierta, se unirá este Rey con el Pontífice Romano y le sostendrá. El error será destruido entre los
cristianos, y la Iglesia recobrará el esplendor tan deseado por
los buenos. Reunirá este Rey un ejército, al que se unirán espontáneamente muchos guerreros, y juntos se lanzaran al
combate por la gloria de mi Nombre. El amor de la Cruz,
de que estarán poseídos, les hará obtener muchos trofeos,
cuyo esplendor se elevará hasta el cielo. El Monarca equipará enseguida una armada naval, pasará los mares, y devolverá á la Iglesia los países que ésta había perdido. Librará
á Jerusalén».
Esto dicho, Jesucristo desapareció de los ojos del
Santo, en el seno de una nube resplandeciente.
Apología del Gran Monarca
P. José Domingo María Corbató